Gota de Lluvia en Radio UACh sobre literatura infantil, con conductora y sus invitados Jaime Lepe y Javiera Mellado.
La conductora de Gota de Lluvia dialoga en los estudios de Radio UACh con Jaime Lepe y Javiera Mellado, integrantes de la Biblioteca Comunitaria EcoCra Los Pellines. El episodio aborda literatura infantil, derechos de la niñez y participación ciudadana en un proyecto cultural comunitario de la costa de Valdivia.

En la zona rural de Los Pellines, en la costa de Valdivia, la Biblioteca Comunitaria EcoCra Los Pellines, gestionada por la Agrupación de Amigos de la Biblioteca, fue reconocida recientemente como Punto de Cultura Comunitaria, consolidándose como un espacio de encuentro, lectura y aprendizaje para niñas, niños, jóvenes y personas adultas del sector.

De escuela incendiada a biblioteca comunitaria

La historia de la Biblioteca Comunitaria EcoCra Los Pellines está marcada por la resiliencia. Tras el incendio de la antigua escuela rural, un grupo de exestudiantes de la Universidad San Sebastián donó una biblioteca provisoria en una “media agua”, con libros y materiales para asegurar la continuidad del estudio en el territorio.

Con la construcción de un nuevo establecimiento educacional —que incorporó una biblioteca escolar de mayor tamaño— ese primer espacio quedó en desuso. Fue entonces cuando vecinas y vecinos de Los Pellines decidieron recuperar la infraestructura abandonada, postular a un proyecto de reconstrucción y equiparla con proyectores y otros implementos para uso comunitario.

Para resguardar el carácter territorial de la iniciativa nació la Agrupación de Amigos de la Biblioteca EcoCra Los Pellines, organización con personalidad jurídica que administra el espacio y articula a cerca de 35 socias y socios, además de un núcleo de entre ocho y nueve personas voluntarias activas.

Un Punto de Cultura Comunitaria en la costa de Valdivia

En el marco del programa de Puntos de Cultura Comunitaria que impulsa el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el trabajo sostenido de la biblioteca fue validado oficialmente al ser reconocida como Punto de Cultura Comunitaria, una distinción que fortalece su rol como organización cultural de base.

Según relata la voluntaria Javiera Mellado, este reconocimiento no supuso una transformación, sino la confirmación de una labor que ya venían realizando: “ya somos punto de cultura de antes, no es como una transformación; somos punto de cultura comunitaria”. La postulación exigió demostrar trayectoria, arraigo territorial y un claro foco comunitario.

Entre los principales beneficios, el equipo destaca la posibilidad de tejer redes con otras organizaciones comunitarias —desde comunidades indígenas hasta centros culturales urbanos— y compartir diagnósticos, desafíos y estrategias comunes. Esa red apunta a construir una gobernanza propia capaz de dialogar de manera más directa con autoridades locales y regionales.

En los encuentros de Puntos de Cultura, el voluntario Jaime Lepe identifica un desafío recurrente: la falta de reconocimiento desde instituciones públicas, especialmente los municipios. La aspiración de la red es poder “sentarse a la mesa” con autoridades para avanzar en apoyos que incluyan financiamiento, difusión, asesoría técnica y colaboración estable.

Identidad ecológica y centro de recursos de aprendizaje

El nombre EcoCra resume la identidad del proyecto: una biblioteca ecológica y un Centro de Recursos de Aprendizaje (CRA). La perspectiva ecológica se expresa en la decisión de “cohabitar con una naturaleza que ya está instalada”, aprovechando el paisaje costero y rural como aliado del aprendizaje y la convivencia comunitaria.

Como CRA comunitario, el espacio se concibe mucho más allá del préstamo de libros. La programación ha incluido ciclos de cine chileno, conmemoraciones del Día de la Mujer Indígena, cuentacuentos, talleres de kamishibai y actividades con jardines infantiles. El objetivo es reconocer que existen múltiples formas de aprender —desde la conversación y las mesas dialogantes hasta el trabajo audiovisual— y ponerlas al servicio del territorio.

Las primeras infancias son el público más constante: “nuestros más fieles clientes”, señalan quienes integran el equipo. Desde la biblioteca se entiende que el acceso temprano a la lectura y a espacios culturales de calidad es clave para garantizar los derechos de la niñez y el desarrollo integral de niñas y niños, en sintonía con la literatura infantil y juvenil que impulsa el proyecto.

Esta experiencia dialoga con otras iniciativas de fomento lector y de puesta en valor de la literatura regional que han sido visibilizadas en Gota de Lluvia, reforzando la idea de que los libros y la mediación lectora pueden transformar la vida cotidiana en contextos rurales.

Organización comunitaria y funcionamiento en contexto rural

La Agrupación de Amigos de la Biblioteca EcoCra Los Pellines reúne a alrededor de 35 personas asociadas con derecho a voto, mientras que la operación diaria recae en un grupo de ocho a nueve voluntarias y voluntarios. Entre sus tareas se cuentan la apertura del espacio, la planificación de actividades, la difusión en redes sociales y la vinculación con escuelas y jardines.

Debido a la realidad rural y a la dependencia del trabajo voluntario, la biblioteca no cuenta con un horario continuo. Abre de manera regular los viernes por la tarde, durante los operativos de salud que se realizan dos veces al mes y en los días de reunión de la junta de vecinos. Su colección alcanza aproximadamente 300 libros, con un fuerte énfasis en títulos para infancia y juventud; el 90 % de las personas usuarias son escolares y el 10 % personas adultas.

Vínculos con la comunidad y tejido cultural local

El trabajo comunitario se sostiene en un diálogo permanente con el entorno. La biblioteca realiza asambleas mensuales abiertas y participa en las reuniones de la Junta de Vecinos para informar sus actividades y recoger inquietudes. La comunicación directa “cara a cara” se prioriza sobre los canales digitales, considerados menos efectivos en la zona.

Al mismo tiempo, la biblioteca se apoya en grupos de WhatsApp locales y en redes como Instagram y Facebook para difundir afiches, registros de actividades y recomendaciones de lecturas vinculadas al territorio.

El entorno inmediato del espacio —un pequeño “centro cívico” donde conviven la sede de la junta de vecinos, la escuela, el jardín infantil y la agrupación de mujeres indígenas Neuendomo— favorece la colaboración. Desde ahí se han articulado actividades como la conmemoración del Día de la Mujer Indígena y la difusión de escritoras mapuche, fortaleciendo la cultura viva comunitaria en la costa de la Región de Los Ríos.

Desafíos para el fomento lector en Los Ríos

El diagnóstico del equipo identifica desafíos estructurales que atraviesan a muchas bibliotecas comunitarias rurales de la Región de Los Ríos:

  • Participación de adultos: el “trabajo más arduo” es lograr que las personas adultas se involucren, comprendiendo que el espacio no se hace solo para ellas, sino con ellas.
  • Adolescencias invisibilizadas: la oferta educativa local llega hasta octavo básico, por lo que jóvenes desde los 16 años carecen de alternativas culturales cercanas. Cautivar a este grupo es una prioridad.
  • Dependencia del voluntariado: la sostenibilidad del proyecto depende del tiempo disponible de las personas voluntarias, lo que limita horarios de atención y amplitud de la programación.
  • Recursos y financiamiento: el directorio proyecta postular a fondos regionales y a instrumentos como FONDART para mejorar infraestructura, equipamiento y conectividad.
  • Locomoción y conectividad: la escasa frecuencia de transporte público —“uno al día”, señalan— dificulta el acceso de la comunidad a actividades culturales, lo que ha motivado llamados a la autoridad, en particular a la SEREMI de Transportes.

Sueños y proyecciones: del sueño al plan de acción

Con la renovación del directorio, donde participan Jaime Lepe y Javiera Mellado, la biblioteca se propone transformar ideas en acciones concretas. “Lo que nos viene principalmente es concretar todo esto que hemos ido soñando, conversando”, comenta Mellado, quien enfatiza la importancia de ordenar la programación, definir prioridades y fortalecer los horarios de apertura.

Entre las metas aparece con fuerza la creación de un infocentro comunitario con computadores, acceso a internet e impresoras, que complemente el rol de la biblioteca como centro de recursos y reduzca brechas digitales en el sector.

Otro anhelo es desarrollar encuentros intergeneracionales donde personas mayores, especialmente del pueblo mapuche, puedan compartir sus saberes y memorias con niñas, niños y jóvenes. Así, la biblioteca se proyecta como un espacio clave para preservar la memoria oral local y ponerla en diálogo con la literatura infantil y juvenil contemporánea.

El horizonte, coinciden sus integrantes, es que la comunidad “se ponga la camiseta de la biblioteca” y la sienta como propia: un lugar imprescindible para el fomento lector en Los Pellines y para la construcción de una cultura comunitaria viva en la costa de Valdivia.